Habrá quien crea que el equilibrio es una cosa estática. Una vez que lo encuentras, ya lo tienes y quizás solo debes cuidar de no perderlo. Yo creo que es todo lo contrario. Como practicante y profesora de Yoga, con más de 20 años de experiencia, suelo decir a mis clientes: El equilibrio no es importante tenerlo, sino practicarlo.

Es común oír a las personas decir:  a mí el equilibrio se me da fatal, yo no tengo ningún equilibrio y por eso no me animo a asistir a las clases de Yoga. Como si uno naciera con buen equilibrio sin más. Como si no fuera una cuestión de práctica y de entrenamiento. Si no lo practicas, cómo piensas tenerlo, pregunto yo siempre.  Acaso, no deberíamos practicar justo aquello que nos falta, para seguir evolucionando.

en el desequilibrio está el equilibrio

Para mí el equilibrio siempre ha sido una de las cosas más difíciles. No me refiero a aguantar un rato sobre una pierna, porque esto si se me da bien.  Lo llevo practicando toda la vida a través de la danza. Pero otros tipos de equilibrio son todo un reto para mí, como: emocional, alimentario, sueño y trabajo, entre otros.…  Me muevo entre las polaridades intensas, entre el llanto y la risa, entre la comida copiosa y el ayuno. Bueno, al menos antes era más así, hasta que el Yoga me fue moldeando poco a poco acercándome a una paz más constante y duradera. A veces cuando pienso en equilibrio, pienso en paz.

¿Pero que sería paz sin tormenta? ¿Que sería equilibrio sin desequilibrio?

Como os dije antes, no creo que el equilibrio sea una cosa estática que hay que cuidar. Toda la vida es una evolución constante. Aprendizaje y evolución. Venimos aquí para llenarnos de experiencias y vivencias, porque sin ellas, no podríamos evolucionar ni aprender.

Por eso mismo, hay que desafiarse, animarse e invitarse a perder el equilibrio de vez en cuando, para seguir evolucionando hacía un nuevo equilibrio. Cada día está lleno de miles de momentos, y cada momento contiene miles de posibilidades de encontrar algo nuevo, diferente y especial. A veces, debemos ir en la búsqueda de estos momentos y otras veces debemos aprender a permanecer quietos, fundiéndonos en lo que ya está. Saber cuándo hay que buscar y cuando estarse quieto, también es una forma de equilibrio, nada fácil.

Traducido a la práctica del yoga, los mismos asanas y la misma combinación de asanas, puede vivirse de muchas maneras. Algunas veces solo se trata de abandonarse en una postura sin más, otras veces queremos sentir algo más o salir de la zona de confort. Pero debemos ser capaces de contemplar ambas visiones, y reconocer el momento en el cual nos beneficia una y en cual otra de ellas, y a veces en una misma postura moverse sutilmente de una a otra. Saber exigirse, pero también saber relajarse, abandonarse. Trabajar la aceptación, pero también el cambio. Escucharse a uno mismo, pero también saber escuchar al otro. Tomar el control y perderlo también.

Fluir, jugar, amar…adentrarse en las aguas profundas liberando los miedos. Evolucionar con la vida. Con sus montañas, y sus piedras, sus pozos y obstáculos. Mantener la  paz y  la serenidad cuándo más se necesite y a la vez es cuando más difícil es, pero también saber recibir la tormenta cuando llega, sin desesperación, sabiendo que después el orden se establecerá de nuevo. Nuevo orden. Nuevo equilibrio. Hasta que la vida pida nueva evolución.