El poder de la respiración es insuperable. Es la fuente de la vida, de la fuerza, de la vitalidad y de la salud. Es la medicina gratuita, al alcance de todo el mundo. La respiración es la unión entre el cuerpo y la mente, entre la Consciencia y el Inconsciente. Es el camino de armonizar nuestro ser con el Universo, nuestra naturaleza con nuestras acciones.
Es la única función vital, que, SÍ podemos controlar, y a través de este control, influir y regular el funcionamiento de los demás órganos. De ahí viene su poder e importancia en el metabolismo de nuestro cuerpo (destacando la quema de las grasas y la eliminación de las toxinas y desechos de nuestro cuerpo).
Las técnicas de respiración también nos ayudan a regular el funcionamiento del sistema hormonal, mejorar el funcionamiento del sistema inmunológico, y revitalizar nuestro sistema nervioso. Se benefician con la práctica regular nuestro corazón y nuestros pulmones. Mejoran nuestras digestiones, ya que con la práctica de la respiración consciente activamos el sistema nervioso parasimpático, el mismo que regula el sistema digestivo.
Nuestro estado emocional se ve reflejado en la respiración, igual que a través de la respiración podemos influir sobre nuestras emociones. Tomando consciencia de la respiración uno se vuelve más presente, más centrado, más tranquilo. A través de la práctica regular uno aprende a escucharse a sí mismo, se vuelve más amable con uno mismo y, en consecuencia, con los demás.
Me permito usar la palabra, increíble. Todo lo relacionado con la respiración es increíble. Realmente es increíble y funciona.

Cuando tus acciones están conectadas con tu respiración, todo fluye y a la vez se llena de Amor y de Paz. Uno emprende el camino de la Vida Consciente. La magia de la respiración enciende la Luz Divina dentro de ti.
Para practicar la Respiración Consciente no necesitas nada especial. Lo puedes hacer en cualquier lugar y en cualquier postura. Para empezar quizás te resulte más sencillo hacerlo en la postura tumbado boca arriba. Lo importante es que estés cómodo porque así te será más fácil llevar y mantener tu atención en la respiración. Te recomiendo cerrar los ojos, si no te incomoda e intentar hacer los siguientes ejercicios:
Cierra los ojos y siente tu respiración. Observa como respiras y todos los detalles relacionados con ello: si respiras lento o rápido, profundo o superficial, qué partes de tu cuerpo se mueven respirando, qué sensaciones van apareciendo, si te invaden los pensamientos e inquietud, o justo lo contrario... también observa si cambia algo pasados unos minutos. Quizás empiezas estar más a gusto, quizás la respiración se vuelve más lenta. Se trata de aprender a escuchar y a observar, y a estar presente en el aquí y el ahora, primero con tu respiración, luego a través de la respiración con tu cuerpo y con todo tu Ser.
Inspira por la nariz en cuatro tiempos y luego espira por la nariz también en cuatro tiempos. Es importante que tus fosas nasales se mantengan relajadas. No debes forzar las fosas nasales cuándo estás respirando. Debes respirar sin esfuerzo. Con calma. Imagina que el aire que respiras, sea una caricia interna, que te sana y protege.


Una variante un poco más avanzada de este sencillo ejercicio añade una pausa, un silencio, entre la inhalación y exhalación. Primero tomas el aire en cuatro tiempos, y antes de soltarlo, haces una pequeña pausa, y luego empiezas a soltar el aire, y cuando termines, de nuevo haces una pequeña pausa. Estos silencios entre la inhalación y exhalación tienen un poder especial para la mente, y nos enseñan a saber parar y acabar antes de empezar algo nuevo. También nos ayudan a elevar la consciencia y a estar presente en el momento con plenitud.
Además, te aconsejo que todos los días al despertar conectes unos minutos con la respiración, y lo mismo al irte a dormir.
Me gustaría compartir aquí un párrafo de libro “Respira” de Ramiro Calle que lo dice todo:
